21 de febrero de 2008


hay días para todo: para estar feliz, para desesperarse, para sorprenderse, para desanimarse, para hartarse... Hoy ha sido uno para decepcionarse porque cuando pasas ocho horas cada día con una persona y te crees que la conoces pero te das cuenta de que no es agua clara es para decepcionarse además de para cagarse en la p*** que la parió. Todavía no he aprendido a desconfiar de la gente y así me va. Que no todos son buenos, ya lo dice mi madre y hay más malo que bueno. A ver si aprendo.

No hay comentarios: